Pensamientos

Ideas y Pensamientos que rondan en mi mente y en la mente de otros.

sábado, julio 15, 2006

La Leyenda del Verdadero Amigo

Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.

El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA.

Intrigado, el amigo preguntó:

¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:

Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

sábado, julio 08, 2006

Indecisión

Cuentan que aquella noche era especialmente fría en el desierto. Abdalá montó su pequeña tienda de campaña, tan pequeña que apenas cabía él acostado. Se despidió de su camello, llamado "Indecisión", acariciándole la cabeza, pero dejándolo fuera, y se dispuso a pasar una noche tranquila y reparadora.

Apenas había conciliado el sueño cuando el camello lo llamó con voz suave, pero insistente: "Déjame meter la nariz en tu tienda, hace mucho frío y la tengo completamente helada." Abdalá, que era un hombre bueno, accedió a la petición.

Pero ocurrió que en cuanto se durmió profundamente, el camello empujó un poco y metió la cabeza completa. Como la tienda era tan pequeña, al hacer esto topó con la cabeza del hombre y lo corrió hasta que éste sacó los pies por el otro extremo. Abdalá protestó, pero "Indecisión" le hizo ver que eso no era en realidad gran cosa.

Pasó poco tiempo para el camello metiera los hombros y empujara a su patrón afuera, hasta las rodillas.

Para hacer el cuento corto, "Indecisión" siguió introduciéndose en la tienda, llenándola por completo y sacando a Abdalá por el otro extremo, hasta que finalmente quedó completamente fuera.

¿Le suena esto conocido? ¿No le ha ocurrido alguna vez que al dejar entrar un poco de indecisión ésta lo llenó todo, sacándolo de las cosas buenas de la vida? Por ejemplo, le ocurre a los estudiantes cuando se están preparando para un examen, pero frente al televisor dejan que indecisión les pida ver "un poquito más". Y le ocurre también a los vendedores, cuando les pide "posponer para la semana que entra" la visita a ese cliente importante. Y por supuesto le sucede a aquel que quiere bajar de peso, pero deja que el perverso camello le solicite "empezar después de ...".

Sí, cuando dejamos a la indecisión meter la nariz en nuestra vida, no importa si somos amas de casa o ejecutivos de empresa, acabará por llenarla toda, y prácticamente sacarnos de ella.

domingo, julio 02, 2006

Cerditos

Recuerdo una vez que caminé junto a un riachuelo de Texas hace muchos años con mi cuñado Ed y David, su hijo de tres años. Mientras caminábamos, David había estado recogiendo piedras lisas y redondas de la corriente. Las llamaba "cerditos" porque su forma redonda le hacía pensar en cerditos.

David se metió una serie de "cerditos" en los bolsillos, y cuando se le terminaron los bolsillos, comenzó a llevarlos en los brazos. Después de un rato empezó a tambalearse bajo el peso de las piedras y se quedó atrás. Era evidente que sin nuestra ayuda nunca llegaría a la casa, por lo que Ed dijo: "Ven, David, déjame cargar tus cerditos."

El rostro de David se cubrió de renuencia por un momento, y luego se iluminó. "Ya sé -dijo. Tú me cargas a mí y yo cargo a mis cerditos."

Muchas veces he pensado en ese incidente y en mi propia insistencia infantil en que debo llevar mi propia carga. Jesús ofrece llevar todas mis cargas, pero yo me resisto por terquedad y orgullo. "Tú me cargas a mí -digo-, pero yo cargo mis 'cerditos'".

¡Piénsalo bien, no deberías tratar de llevar todas tus cargas tú solo! Cuando Jesús te pide que eches "todas tus preocupaciones sobre Él, porque Él tiene cuidado de ti" (1 Pedro 5:7).

¿Has puesto hoy todos tus "cerditos" en los fuertes brazos de Jesús?