Pensamientos

Ideas y Pensamientos que rondan en mi mente y en la mente de otros.

jueves, febrero 16, 2006

En la Tribulación

Un capitán y su tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta durante una oscura noche, luego de varios
días en alta mar. El pequeño barco era golpeado insistentemente por las olas y el viento, y se mecía casi hasta
volcarse mientras toda la estructura crujía y se retorcía hasta que parecía despedazarse. Habían perdido los
instrumentos y no sabía ni siquiera dónde se encontraban.

En medio de todo esto el capitán no hacía más que gritar y maldecir, gritando a Dios y reprochándole todo lo que
pasaba y que habían sido abandonados por Él.

Tomado firmemente del timón en la proa gritaba a los truenos, los relámpagos y el cielo al saberse perdido. En ese
momento, un marinero dejó su puesto y corrió donde el capitán quien le reprendió fuertemente en medio de la
tormenta y la lluvia.

- "¡¿Por qué dejas tu puesto?!", le gritó.
A lo que el marinero contestó:
- "Señor, ¡hace más de 10 minutos se vislumbra la luz del faro del puerto!, Pero usted no la ha visto ¡por estar
gritando!"

¿Saben? Cuántas veces no vemos la ayuda de Dios por quejarnos >constantemente de todo lo que tenemos. No
hacemos más que rechazar todo lo que tenemos.

Tal vez Dios no te de una vida sin tormentas, pero puedes estar seguro de que siempre, en medio de la más cruel y
feroz tormenta que puedas imaginar, Él estará presente con su luz mostrándote el camino y recordándote que se
encuentra siempre a tu lado.

Debo ser...

Debo ser fuerte sin ser rudo, ser amable sin ser débil,
aprender con orgullo sin arrogancia, aprender a ser gentil sin ser suave.
 
Ser humilde sin ser tímido, ser valioso sin ser agresivo,
ser agradecido sin ser servil, meditar sin ser flojo.
 
Por eso, Señor, te pido...
 
Dame grandeza para entender, capacidad para retener,
método y facultad para aprender, sutileza para interpretar,
gracia y abundancia para hablar.
 
Dame acierto al empezar, dirección al progresar
y perfección al acabar.

Oración de la Mañana

Señor, en el silencio de este día que nace vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza. Hoy quiero mirar el mundo con ojos llenos de amor; ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno. Ver detrás de las apariencias a tus hijos, como los ves Tú mismo, para, así, poder apreciar la bondad de cada uno. Cierra mis oídos a toda murmuración, guarda mi lengua de toda maledicencia, que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mí. Quiero ser tan bien intencionado y justo que todos los que se acerquen a mí, sientan tu presencia. Revísteme de tu bondad, Señor, y haz que durante este día, yo te refleje.
 
Amén.

Mayor que Nuestro Corazón

Aunque no lo recuerdes, por ti dio la vida.
Aunque no lo creas, por ti se preocupa.
Aunque no te consideres importante, para Él lo eres.
Aunque no lo aceptes, te ha perdonado.
Aunque no lo percibas, está contigo.
Aunque a ti mismo te condenes, Jesús ha optado por amarte.
Él nos ve de otra manera. Es mucho más, mucho mayor que nuestro corazón.
 
Ulrich Schaffer

Egoísmo

Esto ocurrió hace mucho tiempo, aunque hay quien pueda recordarlo.
 
Hubo un planeta pequeñito, muy joven, completamente liso, y le salió una montañita que creció hasta quinientos metros. Así estuvo un millón de años, pero en este tiempo comenzaron a surgir en la llanura otras montañitas, que
también crecieron.
 
La montaña primera, irritada por la pérdida de su dominio, hizo esfuerzos y creció trescientos metros más. Y a medida que transcurría el tiempo, creció algunos metros en proporción a su orgullo... hasta que comprobó que en sus cumbres ya no había vida a causa del frío y de los fuertes vientos, contrastando con las otras montañitas, acariciadas por suaves brisas y cubiertas de árboles donde anidaban mil clases de pájaros.
 
¡Qué envidia! Por fin no lo pudo aguantar más y estalló convertida en fiero volcán, envenenó el aire, mató toda vida, desoló sus propias laderas, secó y arruinó todas las montañas a su lado. Pasada la furia loca, vio su obra, y... apagándose, se arrepintió.
 
De sus laderas brotaron lágrimas en forma de fuentes purísimas a cuyas aguas regresaron de nuevo los pájaros y con ellos las semillas. Volvió a brillar el sol cuando se disiparon las cenizas. Como su tierra era nueva, salida de las entrañas del planeta, rica en minerales y gérmenes de vida, la montaña se hizo pronto hermosa, muy verde y adornada de nubes que le dieron sombra y caricias.
 
Su vida se contagió a las otras tierras y siempre vivió erosionándose, callando, humildemente, convirtiéndose en un frondoso valle de ríos y bosques que aún hoy se puede reconocer.
 
Existe aprendizaje para todos. Para los que se sienten como la montaña que una vez fue egoísta, todavía hay tiempo para florecer. Para los que están a punto de volverse volcanes, pueden evitar llegar más allá... Pero nunca es demasiado tarde si actuamos hoy con humildad.
 
Fray Fernando Rodríguez

miércoles, febrero 15, 2006

Amor

Un amor compacto es un bloque sin fisuras, sin huecos por donde destilar. En él, cualquier cuarteadura, cualquier roce, nos parecería un abismo.
 
Un amor compacto, es de piedra; no se anda desmoronando por cualquier cosa, ni desprendiéndose a pedazos, por truenos ni por tempestades.
 
Es un amor con más capacidad que lo normal. Con el sacrificio al límite de lo humano. La entrega, al límite de la generosidad. Y el perdón al límite de la paciencia.
 
Es el superlativo de los sentimientos.
 
Un amor compacto es una fortaleza. Tiene tanto hierro en su estructura, tanto cemento en su base, tantos sostenes en sus paredes, tanto sol en sus espacios, que resiste sin lesionarse todos los golpes del destino, todas las jugadas de la suerte, y todos los años de la vida.
 
Se siembra por las raíces, y ellas solas van formando después el tronco, las ramas, y los frutos.
 
Un amor compacto, es como la mole de granito donde se estrella todo lo que atenta contra él.
 
Un amor compacto es un amor sin filtraciones ni deformaciones. Sin ningún interés por delante y ninguna ventaja por detrás.
 
Un amor compacto es de una sola pieza. Por dondequiera que lo ataques, tiene la misma resistencia.
 
Un amor compacto es total, entero. Sin cortes, sin mitades, sin migajas.
 
Un amor compacto, es como lo hizo Dios: "indisoluble".
 
Del Libro "Ramillete de Estrellas", de Zenaida Bacardí de Argamasilla

Amor

Un amor compacto es un bloque sin fisuras, sin huecos por donde destilar. En él, cualquier cuarteadura, cualquier roce, nos parecería un abismo.
 
Un amor compacto, es de piedra; no se anda desmoronando por cualquier cosa, ni desprendiéndose a pedazos, por truenos ni por tempestades.
 
Es un amor con más capacidad que lo normal. Con el sacrificio al límite de lo humano. La entrega, al límite de la generosidad. Y el perdón al límite de la paciencia.
 
Es el superlativo de los sentimientos.
 
Un amor compacto es una fortaleza. Tiene tanto hierro en su estructura, tanto cemento en su base, tantos sostenes en sus paredes, tanto sol en sus espacios, que resiste sin lesionarse todos los golpes del destino, todas las jugadas de la suerte, y todos los años de la vida.
 
Se siembra por las raíces, y ellas solas van formando después el tronco, las ramas, y los frutos.
 
Un amor compacto, es como la mole de granito donde se estrella todo lo que atenta contra él.
 
Un amor compacto es un amor sin filtraciones ni deformaciones. Sin ningún interés por delante y ninguna ventaja por detrás.
 
Un amor compacto es de una sola pieza. Por dondequiera que lo ataques, tiene la misma resistencia.
 
Un amor compacto es total, entero. Sin cortes, sin mitades, sin migajas.
 
Un amor compacto, es como lo hizo Dios: "indisoluble".
 
Del Libro "Ramillete de Estrellas", de Zenaida Bacardí de Argamasilla