Pensamientos

Ideas y Pensamientos que rondan en mi mente y en la mente de otros.

sábado, mayo 13, 2006

Corrigiendo nuestros errores

Bette Nesmith Graham nunca se propuso ser inventora, sólo intentaba solucionar los problemas que le provocaba su poca experiencia en mecanografía.

A la edad de 17 años, Bette obtuvo un trabajo de oficina. Ella desarrolló su carrera en la empresa desde el equipo de apoyo mecanográfico hasta el nivel de secretaria ejecutiva, pero encontró una valla grande el camino: las máquinas de escribir eléctricas.

Estas invenciones nuevas (y sus errores de mecanografía) le causaron todo tipo de problemas. Las cintas de película de carbón en las nuevas máquinas provocaban un gran desastre cuando Bette trataba de corregir sus errores con un borrador de lápiz.

La inspiración para resolver su apuro vino de pintores de ventanas que simplemente daban brochazos sobre borrones y desperfectos en su trabajo. Ella pensó que la artimaña funcionaría también para ella. Como su formación de artista le hacía estar acostumbrada al uso de pinturas y tintas, intentó crear un producto con el que lograría tapar las faltas de mecanografía que cometía en el trabajo.

Tras diversos intentos, elaboró una sustancia blanca que se secaba rápidamente y servía para ello, así que la puso en una botella y se la llevó al trabajo. Cuando cometía algún error extendía la sustancia sobre el papel con un pequeño pincel y luego volvía a escribir encima. Con esta botella de pintura blanca y un pincel de acuarela, Bette inició el camino a la fama y la fortuna.

En 1956, la invención de Bette era tan popular entre sus compañeros y amigos que convirtió su cocina en un laboratorio y hacía lotes de "Mistake Out" en su cocina y el garaje.

En 1967, cuando la demanda subió por los cielos, ella cambió el nombre a "Liquid Paper" y solicitó una patente y una marca registrada.

Allá por 1975, la compañía empleaba a 200 personas, hizo 25 millones de botellitas y distribuyó el producto en 31 países. Bette usó parte de las ganancias para crear dos fundaciones para ayudar a las mujeres a encontrar nuevas maneras de ganarse la vida.

Bette vendió la compañía cuatro años después a la Corporación Gillette por 47.5 millones de dólares. Seis meses después, murió.

El ejemplo de esta mujer emprendedora nos enseña una gran lección espiritual: Muchas veces nos ahogamos en un mar de dificultades; sin embargo, tenemos la capacidad dada por Dios para encontrar solución a nuestras inconveniencias, no sólo para que salgamos de ellas, sino para que también seamos de bendición y ayuda a muchos que están pasando por las mismas pruebas.